¿Cómo convertir el miedo en un aliado de tu crecimiento personal?

El miedo es una de esas emociones desagradables que preferimos evitar y que rechazamos con todas nuestras fuerzas. Nos relacionamos con él con un gran desconocimiento sobre su función real y alimentamos creencias culturales que han convertido al miedo en una emoción indigna.

Así, recurrimos a técnicas evasivas intentando al decirnos anosotros mismos “no tengo miedo” o  “no permitiré que esta situación me perturbe”…o emitiendo frases del tipo «No seas cobarde, no tengas miedo!”

Existen inumerables miedos, aunque los más habituales suelen ser: miedo a hablar en público, miedo al rídiculo, miedo al fracaso, miedo escénico, miedo a las alturas, miedo a la oscuridad, miedo a lo/los desconocido/s…

Aun hoy, despúes de varios años y de un largo viaje de transformación personal, el miedo me acompaña pero ahora desde otro lugar. Las numerosas horas de meditación, coaching, psicoterapia y de trabajo somático desde el movimiento me han ayudado a “domar» al miedo, a hacerme amiga y a escuchar sus consejos. Porque el miedo, como el resto de las emociones, actúa como un mensajero y éste sólo pretende entregarnos la carta que nos advertierte sobre un riego o una amenaza. 

Seguramente habrás oído alguna vez que es nuestra respuesta más primitiva, más animal, la que nos salvaba la vida hace millones de años, cuando convivíamos con fieras predadoras y nuestra supervivencia se veía amenazada con frecuencia.

Nuestros estilo de vida ha cambiado radicalmente; ya no necesitamos ser nómades ni cazar para proveernos el sustento diario. Tan sólo necesitamos una conexión a internet o bajar hasta el supermercado de la esquina para comprar todo lo que necesitamos y más…

Pero nuestra biología va retrasada, desfasada respecto de nuestros hábitos cotidianos y ha quedado a años luz comparando con los cambios que observamos en nuestras costumbres sociales y en la tecnología urbana.

Y el miedo continúa expresandose a cada instante, ya sea para evitar un peligro real («cuando camino por una calle solitaria y se me acerca un extraño») o una amenaza imaginaria (“si sale mal la ponencia que voy a dar, la gente pensará que soy una inútil y ya nadie me contratará”). 

A nivel neurológico y físico el miedo disfuncional se traduce en elevados niveles de estrés que impactan directamente en nuestra salud. Porque ante un estímulo que nos provoca miedo, nuestro cuerpo desencadena un torrente de hormonas que nos preparan para la acción y para hacer frente al peligro. Si el peligro no es real, esas sustancias “tóxicas” liberadas en el interior de nuestro cuerpo deberían liberarse de alguna manera.

Aquí es donde resulta vital echar mano a prácticas cotidianas de ejercio físico, deportes, meditación o sesiones de coaching o psicoterapia que nos ayuden a poner en marcha los sistemas de “higiene emocional”.

A mí me ha resultado muy beneficiosa la práctica diaria de yoga y meditación para elevar mi nivel de auto-consciencia y para lograr un nivel de escucha sútil hacia mi cuerpo, ese maravilloso instrumento que constantemente nos da señales que no solemos atender.

Entonces, te invito a realizar un ejercicio muy sencillo. Busca un lugar en el que puedas sentarte cómodamente, con la espalda recta y comienza a sentir el ritmo de tu respiración. Si te apetece, cierra los ojos o mantenlos entreabiertos, procurando una mayor conexion con tu interior. Explora tus sensaciones con curiosidad, si hay tensión en alguna parte de tu cuerpo.

Ahora, evoca el recuerdo de alguna situación en la que hayas sentido algo de miedo mientras continuas respirando. Observa como cambian tus sensaciones. Qué partes de tu cuerpo se tensan? Cambia el ritmo de tu corazón? Intencionalmente, imagina que envias el aire de tu respiración hacia esas zonas de tu cuerpo y hacia tu corazón; mentalmente repite Estoy seguro/a”.

Puedes practicar este ejercicio varias veces, con situaciones diversas, como una manera de reconocer cuando el miedo te visita y cómo puedes calmarlo a través de la respiración. Una vez que comiences a identificar las señas de identidad del miedo, podrás abrirle la puerta y escuchar con atención el mensaje que ha venido a traerte.